26 de mayo de 2014

Las energías renovables en latinoamérica

América Latina es una región muy particular, no sólo por su diversidad biológica y cultural, sino también por la variedad de sus riquezas naturales y de sus recursos energéticos. En tal sentido, la región cuenta con un gran potencial para el desarrollo de las energías alternativas, lo que constituye una excelente oportunidad para la diversificación de la matriz energética regional sobre la base de fuentes renovables de energía y el uso de tecnología y medidas de eficiencia energética.

A pesar del gran potencial para implementar programas de energía sostenible, los combustibles fósiles siguen predominando en la matriz energética regional. Esto se debe a varios factores, tales como el aumento en la producción tanto de petróleo como de gas natural experimentado por varios países de América Latina, la percepción popularizada sobre las tecnologías de energía renovable como extremadamente costosas y tecnológicamente difíciles, y la falta de marcos legislativos para promover el uso de la energía renovable en sus variadas formas.

Sólo en los últimos años hemos visto una fuerte propensión a desarrollar las fuentes de energía renovable, lo cual se ha cristalizado gracias al esfuerzo de varios países por definir marcos políticos orientados a la promoción de energías alternativas, así como merced a la atracción de las inversiones indispensables para su desarrollo. En gran medida, dichos avances se han motivado tanto por la necesidad de tener una matriz energética más segura, diversa y limpia, como por la urgencia de mitigar los impactos negativos asociados a la generación de gases de efecto invernadero (GEI) en la producción y el uso de los combustibles fósiles.

Uno de los países latinoamericanos que ha apostado fuertemente por la energía eólica ha sido Brasil a través de su Programa de Incentivo a Fuentes Alternativas de Electricidad (PROINFA). Consiguiendo crecer significativamente en los últimos 5-6 años. Brasil se beneficia de unas buenas circunstancias climáticas, con una gran complementariedad entre la energía hidroeléctrica y eólica, lo que facilita la integración de la energía eólica a la red. A pesar de la crisis económica de 2008-09 creó una falta de liquidez en los mercados mundiales, el apoyo de BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) ha permitido a la industria eólica desarrollarse en Brasil. La expectativa para los próximos diez años es que la capacidad instalada en el país aumente en 63.400 MW. De este montante, 18 GW deben ser producidos a partir de las fuentes alternativas complementarias, entre ellas la energía eólica. 

De esta manera, Brasil es líder del sector en América Latina, según el Consejo Mundial de Energía Eólica (GWEC, por su sigla en inglés). La entidad informó que la capacidad instalada del país sudamericano creció en 1.077 megavatios (MW) durante 2012 hasta llegar a 2.508 MW instalados, mientras que en toda América Latina el total para el periodo pasó de 2.280 MW a 3.505 MW.

La energía eólica se proyecta como una fuerte alternativa y varios países han fomentado su desarrollo a través de concesiones, que en muchos casos se favorecen de programas preferenciales de compra de energía renovable. Se espera que para finales del 2013 la generación a base de viento tenga una mayor contribución.

A pesar de las discrepancias señaladas sobre el estado actual de desarrollo y sobre el hecho de que la disponibilidad de recursos energéticos varía de país a país, la región en su conjunto posee un potencial enorme para fomentar las energías alternativas como mecanismo de desarrollo sostenible y como respuesta eficiente a su creciente demanda energética. Se calcula que la tasa anual de crecimiento en la demanda energética en América Latina es de 2,4% y que la inversión necesaria para ampliar el suministro y mejorar la infraestructura energética equivale al 1,5% del PIB regional. Con esta realidad, y sin una visión de desarrollo y mayor integración de las fuentes de energía alternativas en la matriz energética, el presente y el futuro de América Latina se perfilan como muy dependientes de recursos energéticos de origen fósil.


En tal sentido, el desarrollo económico de la región debería centrarse en poner en marcha un programa de desarrollo e inversión en energía renovable que fomentara la cooperación y el intercambio energético, la generación distribuida y la eficiencia energética, facilitando la protección ambiental, la inclusión social y el desarrollo económico.

Fuente: Elaboración Propia - @InfoERenovable

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